Un equipo de científicos japoneses y estadounidenses ha extraído por primera vez de meteoritos un compuesto orgánico prebiótico llamado hexametilentetramina, también conocido como hexamina, metenamina y hexaformo, en función de su uso en la Tierra.
No es el primer caso de la presencia de moléculas orgánicas en cuerpos provenientes del espacio exterior y hace unos años hubo previsiones por modelado de que esta molécula en concreto podría ser clave en la formación de compuestos orgánicos extraterrestres. Sin embargo, el hallazgo plantea más enigmas para los investigadores, porque se trata de una sustancia bioquímica multiuso.
Este producto de síntesis de amoníaco y formaldehído se utiliza a su vez como el componente básico del explosivo RDX (o hexógeno). En la medicina sirve asimismo como un antibiótico, que se comercializa bajo el nombre de urotropina, y también es muy utilizado como el aditivo alimentario E239.
Los investigadores sostienen que por primera vez han confirmado en la práctica su presencia en el cosmos y han podido aislarlo de tres meteoritos a la vez: el Murchison (Australia, 1969), el Murray (EE.UU., de hace al menos 90 millones de años) y el Tagish Lake (Canadá, 2000).
La baja concentración de hexametilentetramina en dos de estos meteoritos (una parte por mil millones) explica por qué el compuesto había eludido la detección en los estudios anteriores, creen los autores del hallazgo, que resumieron sus conclusiones en un artículo publicado el 7 de diciembre.
En las regiones del espacio desde donde llegaron a la Tierra, el compuesto en cuestión podía ser fruto de la combinación de agua, amoníaco y metanol expluestos a ciertas temperaturas y condiciones fotoquímicas. Una conjetura previa a esta investigación señaló también que esta molécula debería estar presente en el hielo espacial, rico en metanol.
La química de la vida se basa en compuestos orgánicos: moléculas que contienen carbono e hidrógeno y pueden incluir también oxígeno, nitrógeno, azufre y otros elementos. Habitualmente todas las moléculas orgánicas se asocian con la vida, pero pueden aparecer en los procesos no propiamente biológicos (que se llaman probióticos) y no necesariamente sirven como indicadores de vida, según la ciencia.
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