Mientras que el cuerpo está dormido, el cerebro está ocupado procesando las actividades diarias convirtiendolas en memorias para ser recordadas en el futuro. Experimentos científicos anteriores han demostrado que el sueño permite recordar los momentos más inquietantes del pasado, pero un nuevo estudio ha demostrado, que el sueño puede borrar los recuerdos aterradores simplemente al volver a vivir esos mismo en un sueño.
Neurocientíficos de investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad Northwestern han demostrado que los recuerdos aterradores son iniciados por un olor específico, se pueden debilitar significativamente si vuelve a exponer a los participantes expuestos al mismo olor mientras duermen. Los investigadores programaron la respuesta de miedo, los participantesen este esperimento resivieron descargas eléctricas flojas. Durante estos vertidos voluntarios vieron a dos caras diferentes y olía los dos olores diferentes asociadas con cada uno de ellos.
A continiación, en el sueño estos voluntarios son expuestos a olores asociados a sus terrores que sienten o sus fovias, al despertar los participantes del estudio mostraron una menor respuesta al miedo. Según los investigadores, es probable que el desarrollo de esta tecnología nos permitirá tratar a una gran fovia grave en cualquier ser humano.
Este no es el primer intento del mundo para borrar los malos recuerdos. El otoño pasado, en un experimento llevado a cabo por los científicos de Stanford fueron capaces de borrar químicamente los recuerdos temerosos de ratones mientras dormian. Y apenas la semana pasada, un equipo de investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts y el Instituto Whitehead para la Investigación Biomédica en Cambridge, Massachusetts, ha identificado un gen Tet1 de importancia crítica para la destrucción de los recuerdos.
Según los científicos de la Universidad de Northwestern, es el primer caso de la manipulación exitosa de los recuerdos emocionales de las personas que duermen, a pesar de que se llevó a cabo a pequeña escala, con sólo 15 voluntarios. Los detalles de este estudio fueron publicados en línea en la revista Nature Neuroscience.
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