Cada Sábado Santo decenas de miles de cristianos ortodoxos de todo el mundo se reúnen en la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén para uno de los mayores acontecimientos en la vida de los adeptos a esa rama del cristianismo: el descenso del Fuego Sagrado. Los ateos y escépticos creen que se trata de un fraude, pero para los creyentes es un verdadero milagro inexplicable. Sin duda, este controvertido fenómeno representa uno de los principales misterios de nuestros días, y despierta el interés tanto de científicos como de fieles de todo el mundo.
Desde la mañana del Sábado Santo fieles de todos los rincones del mundo esperan en oración el descenso de la Llama Divina. Cada uno sujeta en las manos 33 velas en memoria de la edad que tenía Jesucristo cuando murió. Según los testigos de este evento, algunos de ellos lloran por temor a que no aparezca el fuego, algo que, de acuerdo con las Sagradas Escrituras, sería una señal de la aproximación del fin de mundo.
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