Un hombre residente de Letonia visitó este misterioso lugar en el centro de la Tierra 2001. El hombre de nombre Robert Kalinin fue secuestrado por los extraterrestres en el 2001.
Lo último que recordó fue cómo todo a su alrededor flotaba y el cartero de 48 años perdió el conocimiento. Se desconoce cuánto tiempo pasó antes de que lograra recuperar el sentido. El letón se despertó en una habitación. Todo estaba oscuro y lo peor era que no podía moverse en absoluto. Varios pensamientos pasaron por su cabeza, el grado de ansiedad aumentó, pero el hombre lo alejó y trató de controlarse.
No podía recordar cómo logró llegar hasta aquí. De repente, Robert se sorprendió pensando que su cuerpo estaba sujeto mediante varillas o cinturones a una superficie plana. Ahora era muy difícil contener el miedo creciente. El hombre hizo todo lo posible por liberarse, pero sus esfuerzos claramente no fueron suficientes. Probablemente, sus acciones fueron registradas por quienes se llevaron al letón, y una luz azulada se encendió dentro de la cápsula en la que se encontraba. Ahora el hombre vio la realidad circundante. A su alrededor había una estructura gigante de varios niveles con decenas de miles de cápsulas similares.
Las correas se aflojaron y la tapa aparentemente de vidrio se abrió. Robert se levantó con cuidado y balanceó las piernas como si saliera de la cama. Le parecía bastante frío y fresco. El hombre escuchó sonidos de timbre y comenzó a mirar a su alrededor, algo extraño se dirigía hacia él. En apariencia parecía un coágulo de energía luminoso y ovalado. Como un rayo, sólo que emitía un sonido agradable y no parecía peligroso. Al acercarse a varios metros, la entidad disparó un rayo directamente al centro de la frente del letón. En medio de una estrecha franja de luz, una espiral amarilla se movía lentamente y, tocando la cabeza del hombre, desapareció.
“Ahora puedes oírme. Soy un residente central. No tengas miedo. Incluso si realmente quisiera, las normas prohíben dañar el material”. La voz tenía una nota metálica y parecía sin vida. Era como si el discurso lo estuviera reproduciendo un contestador automático o un robot. Robert quiso empezar a hablar, pero otro comentario lo interrumpió. “Pronto te recuperarás y volverás a subir. Si eso te calma, te diré dónde estamos: a unos 6.000 kilómetros de profundidad en la Tierra. Aquí existimos perfectamente. Una capa de magma líquido protege nuestra civilización de la subdesarrollada”....
Vídeo con la historia completa:
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