El alemán Thomas Binder, de 79 años, rompió su silencio y habló de cómo en 1974, bajo los auspicios de la ONU, un grupo de especialistas de más de 14 países estudió una nave extraterrestre y entró en contacto con sus representantes en Estados Unidos. En una de las reuniones secretas, la parte estadounidense pidió ayuda a la comunidad mundial. Se trataba de crear una coalición para estudiar y prepararse para repeler la amenaza alienígena. Según los expertos estadounidenses, un organismo de este tipo era necesario, ya que ninguna potencia podía, ni económica, ni geopolíticamente, ni en términos de potencial militar, garantizar la seguridad a escala planetaria.
La razón de todo esto fue el descubrimiento por parte de los servicios de inteligencia estadounidenses de una base subterránea en el estado de Arizona, no lejos de las instalaciones secretas militares estadounidenses. Durante varios meses, los militares registraron salidas de ovnis y ruidos subterráneos inexplicables. Las autoridades temían que toda esta situación pudiera provocar la detonación de bombas nucleares. Literalmente, al día siguiente, la ONU adoptó la resolución necesaria y los principales funcionarios de inteligencia del mundo, bajo los auspicios de la organización, fueron a Arizona para descubrir qué era exactamente lo que preocupaba tanto al gobierno estadounidense y qué amenaza se cernía sobre la humanidad.
Thomas Binder fue uno de los que tuvo la suerte de participar en aquellos eventos. Según él, en total fueron enviadas allí unas 50 personas. Lo primero que vieron al llegar fue una enorme cantidad de equipamiento militar y soldados estadounidenses. La instalación estaba estrictamente vigilada para que nada ni nadie pudiera salir de allí. Personas con trajes de protección química corrían por todas partes. Se informó al grupo y se les dijo que en el interior había una gran estructura, con forma de mango o pera gigante.
Junto con las fuerzas especiales militares estadounidenses, un grupo de profesionales de la ONU descendió a la parte subterránea de la instalación. El alemán dijo que estaba sorprendido por el tamaño: literalmente había una ciudad gigantesca bajo sus pies. Las paredes, el suelo y el techo estaban hechos de metal que se sentía muy frío al tacto. Había un objetivo: destruir a un enemigo potencial y lograr la eliminación de sujetos potencialmente peligrosos en la parte subterránea del complejo....
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